Dos meses después, todo sigue igual.

El día después en Ampuero
Campo de fútbol del Ampuero durante la riada:: El Diario Montañes.
Con el título de esta entrada, así podemos definir la situación que vive el Ampuero Fútbol Club después de las inundaciones producidas el pasado 30 de enero, que anegaron el campo de fútbol de La Glorieta y lo dejaron impracticable. Esta situación obligó al Ampuero a trasladarse a jugar sus partidos como local al campo de Cubillas en Ramales de la Victoria, a unos 10 kilómetros de distancia. Pues bien, hoy nos hacemos eco de una información publicada en la página oficial de Facebook del club, en la que se dice que no han recibido ninguna ayuda. Dicha información es la siguiente.

"24 de marzo.

Casi dos meses después de la riada, en Ampuero seguimos sin recibir ayuda económica para la recuperación de las instalaciones deportivas. Llega el verano y el municipio se encuentra sin pistas de tenis, sin pistas de pádel, sin campo de fútbol, sin vestuarios...

Los equipos de fútbol buscándose la vida para intentar mantener sus buenas posiciones en el campeonato: van primeros  en sus ligas el regional, el cadete, el infantil y el alevín B. La mitad, no está mal. 

No está mal para no disponer de campo propio ni pensamiento de realizar alguna maniobra, para recibir dinero por los destrozos por parte de las autoridades. 

Las inundaciones del Ebro, más de 100 millones para los desperfectos.

A Ampuero no llega nada...ni tan siquiera un millón de euros para reubicar las instalaciones deportivas en una zona segura del pueblo.

Todos sabemos que volver a reconstruir aquella zona sería tirar el dinero, pero nadie toma otras decisiones.

No hay futuro deportivo para un municipio de 5.000 habitantes.

Así son las cosas."

Desde aquí enviar mucho ánimo a toda la familia del Ampuero Fútbol Club y que más pronto que tarde, se solucione este problema y puedan volver a jugar en su pueblo con su gente. También nos sumamos a la petición de que se busquen soluciones y se dé la solución definitiva a este problema que afecta a más de 200 jugadores que cada fin de semana practican el fútbol en la villa del encierro.

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